En este camino por defender la importancia de Buffy Cazavampiros como serie, ya he hablado de sus personajes, la profundidad de su universo y la gran variedad de géneros y argumentos que logra fusionar con éxito. Para acabar voy a tratar de resumir la principal simbología de la serie, la relevancia de Buffy como personaje femenino fuerte y no estereotipado y varias de las temáticas más interesantes que se tocan en algún momento de la historia.
Parte 4: Los símbolos y los temas trascendentales
En una pequeña entrevista que
leía no hace mucho a Sarah Michelle Gellar, la actriz se quejaba de que a veces
la industria lo ponía muy complicado porque no era fácil optar a personajes
femeninos interesantes y complejos, y sí al papel de típica rubia tonta que
parece más un accesorio que una parte de la trama. Supongo que esta reflexión
se hace mayor en ella tras haber podido interpretar a un icono feminista
televisivo como Buffy. La serie en sí es un símbolo feminista por la
representación que hace de la mujer, siempre en igualdad con los personajes
masculinos, siempre con personalidades fuertes y desarrollos atractivos que van
más allá de los estereotipos.
“No te olvides de que se supone que eres una niñita inocente como las demás” (Willow)
Esta especie de “consejo” que en
un momento le da Willow durante clase de gimnasia es más una broma que otra
cosa debido a las habilidades de Buffy y a su contraposición con la imagen de
chica popular e inofensiva que varios de sus compañeros parecen tener de ella.
Una época en la que Buffy todavía es una adolescente de instituto y se supone
que no debería poseer una fuerza sobre-humana con la que podría arrancarte la
cabeza si quisiese. Pero cuando uno de los chicos intenta sobrepasarse con ella,
de inmediato responde con una llave, dejándolo dolorido en el suelo. En este
caso, el mensaje está claro. El empoderamiento que hace de la mujer frente al machismo
y problemas como el acoso o la violencia sexual convierte a Buffy en un gran
modelo de conducta adolescente. Nunca se deja amilanar y, si siente que la
estás tratando de forma amenazante o propasándote, te planta un puñetazo en plena
cara para dejarte K.O. Es, por usar un término muy del slang americano, una
auténtica badass.
En este camino de
autodeterminación, Buffy siempre toma sus propias decisiones y actúa por
iniciativa, nunca siguiendo directrices ajenas. “Soy La Cazadora y no obedezco
órdenes” es una frase no sé si literal, pero casi. En este sentido, siempre se
reafirma a sí misma como individuo (aunque atada a sus responsabilidades de
Cazadora), especialmente cuando se tiene que enfrentar a colectivos demasiado
ortodoxos (El Consejo de Vigilantes o la Iniciativa militar son dos buenos
ejemplos) que pretenden imponerle una serie de normas de conducta. Aunque sí
acepta ayuda y consejos, siempre son de parte de la gente que más quiere, sus
amigos, familia...; que son los que, en última instancia, siempre están ahí y
luchan a su lado. Desde luego que se equivoca y toma decisiones erróneas, pero lo
importante es que aprende de ellas.
También en la lucha contra el mal
la serie está cargada de símbolos. Muchos de los villanos a los que se
enfrentan son metáforas más o menos explícitas de los miedos o las inseguridades
de los personajes. El triunfo final suele representar su superación, de manera
que se nos va mostrando una maduración progresiva.
Indagando aún más, factores como
la magia han servido para tratar temas como la adicción a las drogas o la
homosexualidad (bastante obvios si veis la historia). De hecho, la sexualidad
está presente a lo largo de toda la serie y también es fuente de conflictos, sobre
todo en Buffy y la relación que traza con algunos de sus teóricos antagonistas.
La pulsión hacia la muerte se entrelaza aquí con el sexo, el Eros y el
Thanatos, la luz y la oscuridad; una batalla básica en el universo de la serie
que, en realidad, no es tal batalla ya que demuestra la existencia de un
continuo entre ambos extremos que se entrecruzan y retroalimentan. “Fool for
Love” (5x07) o “Intervention” (5x18) son capítulos fundamentales que ahondan en
esta mitología.

La cantidad de temas
trascendentales es tal que en Estados Unidos hay toda una corriente de estudios
universitarios denominada “Buffy Studies” para analizar los múltiples aspectos
de género, filosofía, religión o mitología que pueblan la historia. Poder,
redención, sacrificio, responsabilidades, venganza... Y algo que me fascina,
que es la representación de la muerte.
Creo que todavía no he visto un
tratamiento tan acertado y profundo de la muerte como el que nos presentan en
“The Body” (5x16), uno de los mejores episodios, con todo el proceso de
aceptación que comporta y las distintas etapas del duelo. Un trabajo
espectacular de silencios (se grabó sin ninguna música) y actuaciones. La única
serie que he visto a un nivel similar tratando esta temática es A Dos Metros
Bajo Tierra. Ya he dicho que en Buffy Cazavampiros la presencia de la muerte es
central; y es que, probablemente, fue una de las primeras series que se atrevió
a matar a personajes principales de forma tan dolorosa y realista. Lo relevante
es cómo todas, por crueles que resulten para los espectadores, tienen un
sentido argumental; es decir, la muerte de determinados personajes funciona
como una especie de gatillo que dispara algunas tramas de gran importancia. Los
que quedan vivos tienen que lidiar con las consecuencias y aquí vuelvo a
destacar el término evolución. Porque, en definitiva, la muerte es parte de la
vida (y si además tienes que doler muertes con sus respectivas resurrecciones, eso ya es otro nivel).
Conclusión: Buffy como tragedia
Hay algo que queda claro, que
Buffy afronta un destino, es “La Elegida”. Tiene que luchar contra monstruos,
vampiros y hasta dioses, pero siempre sale airosa. Psicológicamente la huella
que deja cada obstáculo superado, cada peligro, cada lucha contra sus propios
demonios y los del infierno físico; es de un desgaste terrible. En última
instancia, Buffy es un personaje trágico e incomprendido que se siente atraído,
por la propia naturaleza de su empresa, hacia la muerte y la destrucción.
Sin embargo, al
contrario que anteriores Cazadoras, Buffy reivindica el apoyo de sus amigos y
aliados. Quiere ser humana y, en muchos sentidos, “normal”; por lo que en ella
se libra toda una lucha interna al respecto. El asumir su papel de salvadora es
más complejo de lo que parece y acarrea constantes sufrimientos. Esto se puede
ver en el poco reconocimiento que recibe a pesar de su esfuerzo. Debería ser
una super-heroína en la sociedad en la que vive; pero, quitando su círculo más
inmediato, pocas personas se lo hacen saber. De hecho, Buffy jamás busca este
reconocimiento; es conocedora de su destino trágico y, durante el transcurso de
la serie, va entendiendo cada vez más que su lugar son las sombras y no los
focos.
En la historia
son muchos los personajes de un trasfondo psicológico marcado por el dolor y la
desgracia. Spike y Angel, dos vampiros difíciles y tortuosos, cada uno a su
manera. O Faith y Willow, con trayectorias tan fatídicas como redentoras. Pero,
como en el mito griego, es el protagonista quien lleva el peso de la carga
trágica, el héroe que está por encima de lo humano. En este caso, Buffy es una
heroína épica que lucha constantemente contra su destino, contra lo imposible.
Con este
bagaje, el aumento de oscuridad (ojo, de oscuridad bien tratada) y de significación
en Buffy va a más conforme avanzan las temporadas. Vemos a una protagonista
cansada y marcada por el sufrimiento (paralelamente a la fatiga de su actriz,
que sentía que ya era hora de tomarse un descanso) y a otros personajes cada
vez más llenos de ambivalencia y complejidad, envueltos en múltiples capas de
lectura.
Y sí, también
hay lugar para la esperanza. Pero la penetración psicológica, la valentía de
sus personajes enfrentándose a la adversidad inevitable, la heroicidad casi
suicida, la pelea contra los demonios cotidianos (de forma metafórica y
literal) y la asunción de la muerte y la pérdida como parte de la existencia,
la convierten en una tragedia de libro. Buffy Cazavampiros ha estudiado como
pocas series las limitaciones de la condición humana, los recovecos y miedos subyacentes
en cada individuo y la lucha contra los elementos establecidos.
“Lo más difícil de este mundo... es vivir en él”.
Palabra de
Cazadora.