martes, 25 de noviembre de 2014

Buffy Cazavampiros: Guía definitiva para escépticos (Parte 1)


Es muy complicado intentar explicarle a un escéptico la grandeza de Buffy. Cuando normalmente presumo de que Buffy Cazavampiros es mi segunda serie favorita de todos los tiempos, la reacción de un escéptico suele ser la siguiente: “¿En serio? ¿Esa serie de una adolescente rubia que se enamora de un vampiro?” Y poco más. La gran mayoría de los que reniegan de ella creen que se trata de una serie con una adolescente pánfila que tiene que matar vampiros, pero se enamora de uno, romance juvenil al canto y varios clichés superficiales más. La moda vampiresca de hace unos años ha hecho mucho daño a la serie. Comparar a Buffy con muchachas como Bella, Elena Gilbert o Sookie Stackhouse (algunas de las protagonistas de esta ola vampírica tan dañina a la que me refiero) no sólo es injusto, sino tremendamente ofensivo. Buffy patearía los culos de todas ellas, no lo dudéis.

Para intentar convenceros he decidido hablar del vasto universo Buffy y sus significados, tratando de no desvelar cosas específicas de la trama para evitar posibles spoilers, pero refiriéndome necesariamente a los contenidos y temáticas de manera más general. Lo voy a estructurar en varias partes para no dejarme nada. De otra forma sería imposible, así que estáis avisados.


Parte 1: Personajes y evolución

Cuando alguien defiende, por ejemplo, que The Walking Dead es una serie de personajes, cuando quitando a uno o dos de ellos ninguno ha sufrido ninguna evolución profunda; me tengo que echar a reír (y sí, veo The Walking Dead y la disfruto mucho). Debería ser lo primero a trabajar y a estructurar en una serie: los personajes. Si esto se os antoja fundamental como a mí, Buffy Cazavampiros es una Biblia televisiva en lo que a evolución de personajes se refiere.

En nuestro imaginario colectivo partimos de una base: el ver a una chica rubia y mona correr por un callejón oscuro escapando de alguien, nos dispara la alerta de peligro. En este caso también... pero de peligro para quién la persigue. El propio Joss Whedon (creador de la serie) explicó este punto de vista de forma casi literal. Fijándose en la gran cantidad de chicas jóvenes y asustadizas que terminaban siempre a merced de los colmillos de un vampiro en las historias clásicas, pensó, ¿por qué no darle la vuelta a la tortilla y mostrar a esa chica como la heroína que da mamporros y lucha contra cualquier gilipollas que quiera chulearla? Y así nació Buffy, un personaje complejo y poderoso, que empieza su andadura en el instituto.

A lo largo de la historia, la evolución de Buffy es increíblemente notable. Cuando terminamos la serie, poco queda de la Buffy adolescente llena de dudas de la primera temporada. En el camino ha tenido que enfrentarse a monstruos de toda índole, apocalipsis, muertes...; pero también a la soledad, el crecimiento personal y los problemas de una vida que no ha elegido. Para ello ha contado con ayuda, sí, pero en esencia siempre se ha sentido sola.

De entre sus compañeros de aventura cabe destacar a Willow y a Xander, los fieles amigos de “La Cazadora” y rocas emocionales para Buffy durante el transcurso de la serie. Sin olvidarnos de Giles, su “Vigilante”, como figura paterna imprescindible para una Buffy que creció en una familia de padres divorciados y nunca se ha dejado de culpar por ello. Así, Willow experimenta una de las maduraciones más interesantes pasando de ser una chica empollona e insegura en sus relaciones a poderosísima superbruja, en un arco brutal que implica redescubrimiento sexual, pérdida y conquista de su propia independencia. Xander, por su parte, a pesar de utilizarse frecuentemente como alivio cómico, es un agradable contrapunto al ser el único “normal” que se mantiene en la Scooby Gang (auto-apodo de la pandilla) desde el principio; lejos de superpoderes, brujería, hombres lobo, ex-demonios, vampiros... y un Giles que, a pesar de ser humano, ejerce el papel de sabio por sus conocimientos en artes oscuras y demonología. Por ello, uno de los conflictos constantes en Xander es su miedo al fracaso, el sentirse un inútil en comparación, que poco a poco se va disipando a medida que el personaje gana en autoestima.

Sin embargo, en Buffy Cazavampiros incluso los aparentemente malos tienen evoluciones brillantes. Spike, ese vampiro de pelo rubio oxigenado, larga gabardina y uñas pintadas de negro, se descubre como uno de los mejores personajes de toda la serie, sino el mejor. Sus principios vampíricos (es decir, su ausencia de ellos) lo presentan como un personaje egoísta, aprovechado, que sólo quiere salvarse el culo y matar gente por diversión; pero, a la larga, su ambigüedad moral entre el bien y el mal, ayudando a unos y otros, trabando amistades y hasta una compleja relación de amor-odio, lo catapultan como un anti-héroe de cajón. Oscuro, divertido y carismático. Spike mola. Y mucho.

Si queréis convenceros aquí dejo este momento para la posteridad de Spike cantando la versión más punk de “My Way” (no lo he encontrado en mejor calidad):



Habrá otros como Angel, el vampiro con alma rehabilitado; Faith, una cazadora que se contrapone a Buffy (como el ying y el yang) con una escala de valores que desafía la supuesta ética en la lucha contra el mal; o la ex-demonio Anya, uno de los mejores personajes secundarios que he visto por su habilidad como roba-escenas, lo que la lleva a soltar muchas perlas (tan cómicas como existenciales) en sus intentos por comprender el concepto de humanidad e integrarse:

“¡Pero no lo entiendo! No entiendo cómo puede ocurrir esto. ¿Cómo vamos a soportarlo? No sé, yo la conocía, y ahora no es más que un cuerpo. Y nadie comprende por qué no puede volver a ser como era. Está muerta. Es absurdo, mortal y absurdo”. (Anya)

De esta forma se va tejiendo un amplio universo donde las fronteras entre vida y muerte o luz y oscuridad se difuminan, dejando claro que no siempre los buenos son tan buenos ni los malos tan malos.


Aquí podéis ir a la Parte 2, Parte 3 y Parte 4 de la guía.

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