He tratado de dejar pasar un poco
el tiempo para ganar perspectiva y no hablar desde un punto de vista demasiado
fanático (por reciente). Y ni así. The Legend Of Korra tiene todo lo que una
gran serie debería tener. ¿Su mayor desventaja? Que se trata de una serie de
animación emitida por Nickelodeon. Ahí está el motivo por el cual muchos no
habréis oído hablar de ella. Pero empecemos por el principio.
La leyenda del Avatar
Esta serie es la continuación de Avatar:
The Last Airbender, que ya nos presentaba este mundo ficticio y seguía la historia de Aang, un chico de 12 años que debía traer
el equilibrio y la paz a un mundo plagado de conflictos. Este es básicamente el
papel del Avatar en todas sus reencarnaciones (cada nuevo Avatar es una persona
diferente pero, al mismo tiempo, está ligado espiritualmente a sus “vidas
pasadas”), para lo cual cuenta con una capacidad única: el control de los cuatro
elementos de la naturaleza; tierra, agua, fuego y aire. A pesar de que existen
maestros de cada elemento y sub-elementos derivados, sólo el Avatar puede
controlarlos todos e incluso entrar en una especie de fase mística poderosísima
llamada “estado Avatar”.
Korra representa el siguiente eslabón
de la cadena y, por tanto, su historia se rige por las mismas leyes naturales.
El mundo es el mismo, aunque con una presencia mucho mayor de la tecnología y
la industria como consecuencia del paso de los años, lo que sirve para explotar
una cierta estética steampunk, que se suma a la ya presente estética de
herencia oriental que posee la serie. No sólo el estilo visual tiene una clara
influencia de la animación japonesa, sino que la construcción de la sociedad
tiene mucho del modo de vida oriental. Incluso las diferentes técnicas para el
control de los elementos (lo que en la serie denominan bending) están basadas en los movimientos de cuatro artes marciales
distintas: Tai Chi, Hung Gar, Shaolin del Norte y Pa Kua Chang.
En oposición a la leyenda de
Aang, que quizás tenía un tono más infantil por la edad del personaje, aquí
nuestra protagonista está en plena adolescencia. Diecisiete añitos tiene la
muchacha al principio de la serie. Tal vez por ello puede resultar tan cabezota
e impulsiva de primeras, aunque también muy valiente y segura de sí misma. De
las cuatro naciones que conforman el planeta, Korra pertenece a las Tribus del
Agua, en donde ha vivido hasta que la conocemos en el primer episodio. Para
continuar con su aprendizaje como Avatar, se muda a Ciudad República, una
metrópolis inmensa que ejerce de capital y que nos traslada a un mundo
eminentemente urbano y mucho más moderno que el que descubríamos con Aang. El
mayor problema de Korra es que no es capaz de ser maestra de aire y vive bastante
desconectada de su parte espiritual. Y esto es fundamental, ya que el Avatar es
el puente que une el mundo material con el mundo de los espíritus. Sin él, el
equilibrio peligra. Así que toca madurar y, para ello, The Legend Of Korra no
tiene miedo de tocar todo tipo de temáticas e ir construyendo, poco a poco, a
un personaje tan errático como profundo y apasionante.
Temas adultos en una serie para ¿niños?
Es muy
discutible tratar The Legend Of Korra como una serie infantil, a pesar de haber
completado sus cuatro temporadas en Nickelodeon. Sus co-creadores, DiMartino y
Konietzko, parecen haberse aprovechado del crecimiento natural de su audiencia
en The Last Airbender (que, aún así, ya había llegado a un público mucho más
amplio y heterogéneo del esperado) para ir un pasito más allá. No me hago
responsable de los posibles SPOILERS que
encontréis a partir de aquí.

Las grandes ciudades también
destacan como centro de poder y en ellas somos testigos de intrigas políticas,
disturbios y complicaciones derivadas de los métodos de gobierno o del estatus
maestro-no maestro en que se divide la humanidad. Las desigualdades entre capas
sociales son un hecho tangible. Sin ir más lejos, dos de los personajes
principales (Mako y Bolin) crecieron como huérfanos, durmiendo en la calle y
comiendo, literalmente, basura. Esto se contrapone con el modo de vida de
personajes más elitistas que bien pueden representar los excesos del
capitalismo y la monarquía.

Con semejante capacidad
argumental, The Legend Of Korra sirve también de vehículo para temas más
filosóficos, como el espiritualismo ya comentado, el naturalismo o la ética.
Interesante también cómo de una pequeña perturbación inicial pueden derivarse
consecuencias cuasi-catastróficas (¿os suena el efecto mariposa?). Kuvira nunca
habría arrasado medio mundo en sus derivas imperialistas si a su vez Korra no
hubiese desaparecido tras ser torturada por Zaheer, que tampoco hubiese
escapado de prisión sin sus poderes como maestro del aire, que le fueron dados cuando
Korra decidió mantener abiertos los portales al mundo espiritual porque las
tensiones y el desequilibrio en el físico estaban empezando a irse de madre. Todo
esto nos lleva a la primera temporada e incluso más allá, si empezamos a tirar
del hilo del Avatar en sus vidas pasadas. En medio de un sistema tan
imprevisible y con tantas fuerzas colisionando entre sí, Korra representa el
punto de equilibrio.
Género e identidad
Aunque Korra
tiene un protagonismo obvio, la serie no deja de ser bastante coral. Y dentro
de esta coralidad, es relevante el alto porcentaje de representación femenina.
Cuando hablo de representación me refiero al abanico completo: madres, hijas,
en puestos de poder o sin él, jóvenes, ancianas, más impetuosas o más
reflexivas, en pareja o solteras, con un físico o con otro... No hay un sólo
modelo que represente la “feminidad” como tal y esto es muy importante, ya que
se contrapone al estándar de muchas historias de aventuras en donde la mujer
ejerce de acompañante del hombre, normalmente siguiendo un estereotipo bastante
marcado en lo físico, y sirve de “premio final” al héroe protagonista (ya
sabéis, el prota vence al malo y consigue a la chica atractiva). Pero The
Legend Of Korra no casa con esta idea y quiere que todos los personajes
representen algo sin estar definidos por su sexo o género.
Centrándonos ya
en Korra, estamos ante una heroína con todas las letras. Es tenaz,
independiente y decidida, tanto que en los primeros compases de la serie toma
decisiones algo precipitadas y egoístas. Además, lejos de la hipersexualización
en la que caen los creadores de algunas protagonistas de acción (en el mundo
del videojuego hay miles de ejemplos), la apariencia de Korra viene dictada por
la simple lógica. Viste ropa cómoda para tener movilidad en la lucha y su tono
muscular es el que cabe esperar de una persona con alta preparación física. No
se le da ningún tipo de importancia a su aspecto, tanto sus adversarios como
sus compañeros la respetan en igualdad de condiciones, no hay interacciones
desafortunadamente sexistas... Y así podría seguir.
Psicológicamente,
la evolución de Korra atraviesa diferentes fases. El final de la tercera
temporada es desolador, con nuestra protagonista sumida en una especie de
depresión sin visos de mejora. Este punto es clave para el viaje final que la
llevará a reencontrarse consigo misma, a ahondar en su propia identidad, en sus
obligaciones y limitaciones como Avatar, a analizar sus relaciones
personales... Del dolor y las dificultades Korra emerge más adulta y más sabia,
más generosa y más fuerte que nunca.

Habría mucho más
que analizar: La música, la construcción de los personajes secundarios, los
puntazos cómicos, el nivel de originalidad y espectacularidad de las peleas, su universo
mitológico... Pero quedémonos con esto. The Legend Of Korra ya es historia de
la televisión.