domingo, 22 de febrero de 2015

La serie que no sabías que te estabas perdiendo



He tratado de dejar pasar un poco el tiempo para ganar perspectiva y no hablar desde un punto de vista demasiado fanático (por reciente). Y ni así. The Legend Of Korra tiene todo lo que una gran serie debería tener. ¿Su mayor desventaja? Que se trata de una serie de animación emitida por Nickelodeon. Ahí está el motivo por el cual muchos no habréis oído hablar de ella. Pero empecemos por el principio. 
 

La leyenda del Avatar

Esta serie es la continuación de Avatar: The Last Airbender, que ya nos presentaba este mundo ficticio y seguía la historia de Aang, un chico de 12 años que debía traer el equilibrio y la paz a un mundo plagado de conflictos. Este es básicamente el papel del Avatar en todas sus reencarnaciones (cada nuevo Avatar es una persona diferente pero, al mismo tiempo, está ligado espiritualmente a sus “vidas pasadas”), para lo cual cuenta con una capacidad única: el control de los cuatro elementos de la naturaleza; tierra, agua, fuego y aire. A pesar de que existen maestros de cada elemento y sub-elementos derivados, sólo el Avatar puede controlarlos todos e incluso entrar en una especie de fase mística poderosísima llamada “estado Avatar”.

Korra representa el siguiente eslabón de la cadena y, por tanto, su historia se rige por las mismas leyes naturales. El mundo es el mismo, aunque con una presencia mucho mayor de la tecnología y la industria como consecuencia del paso de los años, lo que sirve para explotar una cierta estética steampunk, que se suma a la ya presente estética de herencia oriental que posee la serie. No sólo el estilo visual tiene una clara influencia de la animación japonesa, sino que la construcción de la sociedad tiene mucho del modo de vida oriental. Incluso las diferentes técnicas para el control de los elementos (lo que en la serie denominan bending) están basadas en los movimientos de cuatro artes marciales distintas: Tai Chi, Hung Gar, Shaolin del Norte y Pa Kua Chang.

En oposición a la leyenda de Aang, que quizás tenía un tono más infantil por la edad del personaje, aquí nuestra protagonista está en plena adolescencia. Diecisiete añitos tiene la muchacha al principio de la serie. Tal vez por ello puede resultar tan cabezota e impulsiva de primeras, aunque también muy valiente y segura de sí misma. De las cuatro naciones que conforman el planeta, Korra pertenece a las Tribus del Agua, en donde ha vivido hasta que la conocemos en el primer episodio. Para continuar con su aprendizaje como Avatar, se muda a Ciudad República, una metrópolis inmensa que ejerce de capital y que nos traslada a un mundo eminentemente urbano y mucho más moderno que el que descubríamos con Aang. El mayor problema de Korra es que no es capaz de ser maestra de aire y vive bastante desconectada de su parte espiritual. Y esto es fundamental, ya que el Avatar es el puente que une el mundo material con el mundo de los espíritus. Sin él, el equilibrio peligra. Así que toca madurar y, para ello, The Legend Of Korra no tiene miedo de tocar todo tipo de temáticas e ir construyendo, poco a poco, a un personaje tan errático como profundo y apasionante.
 

Temas adultos en una serie para ¿niños?

Es muy discutible tratar The Legend Of Korra como una serie infantil, a pesar de haber completado sus cuatro temporadas en Nickelodeon. Sus co-creadores, DiMartino y Konietzko, parecen haberse aprovechado del crecimiento natural de su audiencia en The Last Airbender (que, aún así, ya había llegado a un público mucho más amplio y heterogéneo del esperado) para ir un pasito más allá. No me hago responsable de los posibles SPOILERS que encontréis a partir de aquí.

Si hay algo que exploran continuadamente es el concepto de poder. Tanto por parte de Korra, que debe percatarse de las responsabilidades y consecuencias que conlleva ser el Avatar, como por parte de los enemigos a los que se enfrenta. Así, cada uno de los villanos de cada temporada anhela el poder de diversas formas y con propósitos muy distintos. Son bastante evidentes los paralelismos que se trazan con algunas ideologías políticas: Amón con el comunismo, Unalaq con la teocracia, Zaheer con el anarquismo y Kuvira con el fascismo. Cabe decir que no estamos hablando de una representación abiertamente planteada, sino de detalles. Como era de esperar, tratándose de una producción estadounidense, caen con facilidad en la demonización de lo que se opone al modelo sociopolítico imperante. Por ejemplo, cuando reflejan la “anarquía” de Zaheer (él mismo usa esta palabra en una conversación), lo hacen desde el punto de vista mal entendido y extendido en la sociedad de que es una ideología basada en el caos. Sin embargo, es interesante cómo plantean que lo que está mal no son los ideales que mueven sus acciones, sino los métodos empleados y cómo las ansias de poder pueden llevar a su propia destrucción. De hecho, es Tenzin quien hace ver a Korra (en su rol como mentor) que Amón buscaba la igualdad o Zaheer la libertad, y que es necesario que también aprenda de sus adversarios. Incluso Kuvira, que está como una regadera, sirve de propósito a Korra para desarrollarse completamente como Avatar y aprender a mostrar compasión incluso hacia aquellos que no se la merecerían. Todos son antagonistas complejos y carismáticos, que suelen ir más allá de la dicotomía clásica entre el bien y el mal, lo cual aporta un grado de profundidad bastante alejado de las típicas historias de aventuras para niños.

Las grandes ciudades también destacan como centro de poder y en ellas somos testigos de intrigas políticas, disturbios y complicaciones derivadas de los métodos de gobierno o del estatus maestro-no maestro en que se divide la humanidad. Las desigualdades entre capas sociales son un hecho tangible. Sin ir más lejos, dos de los personajes principales (Mako y Bolin) crecieron como huérfanos, durmiendo en la calle y comiendo, literalmente, basura. Esto se contrapone con el modo de vida de personajes más elitistas que bien pueden representar los excesos del capitalismo y la monarquía.

A pesar de que he leído a gente algo desencantada con The Legend Of Korra porque antes habían visto la historia de Aang y encontraban el salto en el tiempo muy brusco, planteando una sociedad no tan espiritual, creo que esto permite explorar otro tipo de temas más maduros. Sin restarle méritos a Aang, que se desarrolla en un mundo en guerra y también tiene que lidiar con problemas adultos, el progreso científico en Korra choca con la tradición del Avatar en algunos aspectos. Se nos plantea una disyuntiva que, en cierta manera, se va resolviendo con el tiempo, enfatizando la búsqueda de la armonía entre el avance tecnológico y el concepto de espiritualidad. Pero no desde un punto de vista religioso, sino de respeto por la naturaleza y la cultura de sus ancestros. Es en la segunda temporada donde esta idea gana relevancia frente a una primera más centrada en los tejemanejes políticos en Ciudad República y la presentación de Korra como protagonista. Se nos cuenta por fin el origen del ciclo del Avatar en un doble episodio magnífico, tanto por el nivel de preciosismo del universo que presentan, como por sus personajes. El estilo de animación y la fuerte tradición oriental recuerdan al trabajo de un genio del calibre de Hayao Miyazaki. No es ningún secreto la admiración que le profesan DiMartino y Konietzko. La proyección de esa influencia es ineludible.

Con semejante capacidad argumental, The Legend Of Korra sirve también de vehículo para temas más filosóficos, como el espiritualismo ya comentado, el naturalismo o la ética. Interesante también cómo de una pequeña perturbación inicial pueden derivarse consecuencias cuasi-catastróficas (¿os suena el efecto mariposa?). Kuvira nunca habría arrasado medio mundo en sus derivas imperialistas si a su vez Korra no hubiese desaparecido tras ser torturada por Zaheer, que tampoco hubiese escapado de prisión sin sus poderes como maestro del aire, que le fueron dados cuando Korra decidió mantener abiertos los portales al mundo espiritual porque las tensiones y el desequilibrio en el físico estaban empezando a irse de madre. Todo esto nos lleva a la primera temporada e incluso más allá, si empezamos a tirar del hilo del Avatar en sus vidas pasadas. En medio de un sistema tan imprevisible y con tantas fuerzas colisionando entre sí, Korra representa el punto de equilibrio.


Género e identidad

Aunque Korra tiene un protagonismo obvio, la serie no deja de ser bastante coral. Y dentro de esta coralidad, es relevante el alto porcentaje de representación femenina. Cuando hablo de representación me refiero al abanico completo: madres, hijas, en puestos de poder o sin él, jóvenes, ancianas, más impetuosas o más reflexivas, en pareja o solteras, con un físico o con otro... No hay un sólo modelo que represente la “feminidad” como tal y esto es muy importante, ya que se contrapone al estándar de muchas historias de aventuras en donde la mujer ejerce de acompañante del hombre, normalmente siguiendo un estereotipo bastante marcado en lo físico, y sirve de “premio final” al héroe protagonista (ya sabéis, el prota vence al malo y consigue a la chica atractiva). Pero The Legend Of Korra no casa con esta idea y quiere que todos los personajes representen algo sin estar definidos por su sexo o género.

Centrándonos ya en Korra, estamos ante una heroína con todas las letras. Es tenaz, independiente y decidida, tanto que en los primeros compases de la serie toma decisiones algo precipitadas y egoístas. Además, lejos de la hipersexualización en la que caen los creadores de algunas protagonistas de acción (en el mundo del videojuego hay miles de ejemplos), la apariencia de Korra viene dictada por la simple lógica. Viste ropa cómoda para tener movilidad en la lucha y su tono muscular es el que cabe esperar de una persona con alta preparación física. No se le da ningún tipo de importancia a su aspecto, tanto sus adversarios como sus compañeros la respetan en igualdad de condiciones, no hay interacciones desafortunadamente sexistas... Y así podría seguir.

Psicológicamente, la evolución de Korra atraviesa diferentes fases. El final de la tercera temporada es desolador, con nuestra protagonista sumida en una especie de depresión sin visos de mejora. Este punto es clave para el viaje final que la llevará a reencontrarse consigo misma, a ahondar en su propia identidad, en sus obligaciones y limitaciones como Avatar, a analizar sus relaciones personales... Del dolor y las dificultades Korra emerge más adulta y más sabia, más generosa y más fuerte que nunca.

Pero dejo para el final el aspecto más revolucionario de todos. Y es que, amigos, Korra es bisexual. Su primer interés amoroso es Mako, un chico que al principio no le presta demasiada atención y que inicia una relación con otra chica llamada Asami. Esto no es que le haga mucha gracia a Korra, pero algo que me fascina es la relación de no rivalidad que se da entre las dos. Ver algo alejado del cliché sexista de dos mujeres tirándose de los pelos por un mismo hombre, también es revolucionario. Una vez se conocen, su relación va creciendo en intimidad con el paso de las temporadas. Asami es una persona inteligente, con grandes habilidades en el combate cuerpo a cuerpo (porque no es maestra, ojo) y que, a mi parecer, es la más sensata del “equipo Avatar” que suele acompañar a Korra en sus aventuras. El noviazgo entre Mako y Korra es importante para ambos, aunque finalmente se dan cuenta de que no funcionan como pareja y sí como amigos. Entramos en lo triplemente revolucionario: no necesariamente la protagonista tiene que terminar con el hombre que aparece desde el minuto uno. DiMartino y Konietzko van plantando pistas, flirteos, momentos cada vez más emocionales (Nickelodeon no se oponía a la bisexualidad, pero tampoco permitía que se mostrase explícitamente), hasta que en la escena final se hace evidente: Asami y Korra están enamoradas. Aunque la evolución hasta ese punto es bastante obvia y orgánica, los propios creadores tuvieron que salir al paso para confirmarlo ante la negación de una parte de la audiencia. Sí, la gente bisexual existe. ¡Qué locura! ¡Korra y Asami son bisexuales! Se trata de la primera pareja entre dos mujeres en una serie orientada al público infantil (al menos, que se muestre oficialmente y sin contar anime).

Habría mucho más que analizar: La música, la construcción de los personajes secundarios, los puntazos cómicos, el nivel de originalidad y espectacularidad de las peleas, su universo mitológico... Pero quedémonos con esto. The Legend Of Korra ya es historia de la televisión.



No hay comentarios:

Publicar un comentario