viernes, 24 de julio de 2015

Sense8: Empatía elevada a la máxima potencia


Ocho personas desperdigadas a lo largo del mundo, cada una perteneciente a una cultura distinta, con un idioma distinto (aunque la serie no lo refleje explícitamente, pero ese es otro tema), habilidades distintas, profesiones distintas, sexualidades distintas... Y que resulta que están interconectadas emocionalmente a través de una especie de sistema nervioso especial que les hace sentir todo lo que sienten las demás y relacionarse mentalmente entre sí aunque no estén presentes físicamente. Sí, señores, esto es ciencia ficción. Cortesía de Lana y Andy Wachowski y de J. Michael Straczynski.

Pero no os engañéis, el alma de la serie radica en sus personajes, más que en su argumento de ida de olla. Realmente la serie se nutre de ellos, de la grandeza de sus personalidades y de sus emociones.


¿Quiénes son los sensates? 

Sun Bak es una mujer de negocios coreana, que vive a la sombra de su padre y en su tiempo libre participa en combates de kickboxing o artes marciales (no tengo claro qué se permite en esos combates organizados ilegalmente, algo de eso es). Su habilidad está clara: el combate cuerpo a cuerpo y patear culos. Literalmente es una badass que en una de sus primeras escenas rompe una mesa de un puñetazo. Os lo digo ya, Sun es la jefa. Y de alguna manera la interpretación del personaje también tiene cierta dulzura y hace que enseguida le cojas un cariño tremendo.

Capheus “Van Damme” es conductor de un autobús en Nairobi, un chaval con una sonrisa gigantesca y que rebosa compasión y amabilidad hacia todo el mundo. Está obsesionado con Van Damme, ve películas de Van Damme, tiene el autobús pintado con imágenes de Van Damme... Y, claro, al final le terminan llamando Van Damme. ¿Qué aporta él al grupo? Conduce como quiere y tiene truquillos mecánicos para arrancar vehículos. Esto es útil porque la serie tiene su importante dosis de persecuciones.

Will Gorski es un policía de Chicago que, en cierta manera, cumple un poco el papel de “líder”, sobre todo al ser el primero con el que contacta Jonas (personaje que ejerce como guía) para empezar a explicarle qué le está sucediendo, qué es eso de ser sensate, por qué puede sentir a otras personas perdidas por el mundo y demás. Un personaje con cierto complejo de héroe pero, sorprendentemente, nada cansino para mi gusto. Al ser policía ya os imagináis a qué tipo de conocimientos y habilidades tiene acceso.

Nomi Marks es una mujer transexual que vive en San Francisco y puede hackear todo lo que se le ponga por delante. Tiene una novia maravillosa que lleva rastas de colorines y se llama Amanita (en serio, ¿se puede molar más que una tía que se llama Amanita?). Sense8 introduce así a una pareja interracial de mujeres, una de ellas transexual e interpretada además por una actriz transexual. Minipunto de diversidad para Sense8. La historia de Nomi está muy inspirada por la propia vida de Lana Wachowski, quitando todo eso de tener un pasado delictivo como hacker a sus espaldas. Nomi y Amanita son adorables hasta puntos extremos, van juntas al desfile del orgullo y Amanita es algo así como la novia perfecta, con madre hippie incluida. 

Lito Rodríguez es un actor mexicano gay que vive su sexualidad en el armario por miedo a perder su carrera. Probablemente es el personaje más cómico de todos, ya que es un tanto melodramático, lo cual hace todavía más sorprendente que esté interpretado por el español Miguel Ángel Silvestre (sí, es el que estáis pensando). No por nada, sino porque yo al menos lo tenía encasillado en otro tipo de papeles y aquí hay que reconocer que hace una interpretación muy divertida y realista. Lo de realista es literal, ya que las escenas sexuales con su novio secreto Hernando llegan a ser bastante explícitas. A Sense8 le importa una mierda y va con todo. Le sigo dando minipuntos por ello. Por cierto, su habilidad es actuar, obviamente.

Kala Dandekar es una joven farmacéutica india que está prometida con un hombre del que no está enamorada. Kala es tan dulce y tan inocente que te dan ganas de darle un besito en la frente de lo maja que es. Equilibra muy bien sus creencias religiosas hindúes con sus conocimientos científicos, aunque esto genera un cierto conflicto externo en su vida. Controla bastante de productos químicos, medicinas y mezcolanzas varias. Ya os imaginaréis la utilidad del tema.

Wolfgang Bogdanow es un tío alemán bastante badass, que está metido en temas un tanto mafiosos relacionados con el crimen organizado y tiene una historia familiar un poco turbia. Sabemos que tiene buen corazón, aunque él no se lo crea tanto. Además del poco pudor de su personaje (sale desnudo integral, lo que es otro minipunto en una industria que tiende a ser sexista mostrando sólo desnudos de mujeres), se sabe que es el que menos escrúpulos tiene, sobre todo si hay que lidiar con cosas complicadas como matar a otras personas, por ejemplo. En él se concentra muchísima acción, tipo explosiones y tiroteos, algo que no puede faltar en el universo Wachowski.

Riley Blue es una DJ de Islandia, pero que vive en Londres y tiene un rollito muy guay, independiente y urbano. En apariencia, claro, porque a poco que veas sus escenas te das cuenta de que lleva una continua carga depresiva encima. Tiene un pasado complejo, que la hace un personaje tremendamente atormentado. Me hacen gracia los que critican a Riley porque dicen que no tiene “ninguna habilidad”. Es bastante evidente que es la sensate más puramente emocional y esto en un grupo de gente que está conectada emocionalmente tiene que ser jodidamente importante. Mi experiencia seriéfila dicta que el personaje más aparentemente vulnerable en un grupo que lucha contra algún peligro, siempre termina siendo el más poderoso. Esto es así y es mi teoría sobre Riley. Además, me parece un personaje precioso e increíblemente sensible.

Estos ocho personajes, que en principio no se conocen, renacen como sensates (sense-eight, ¿lo habéis pillado ya?) y empiezan a tener experiencias sensoriales muy extrañas donde se relacionan entre sí y entrecruzan sus vidas ayudándose unos a otros. ¿Cómo? Compartiendo conocimientos, como ya he dicho, y haciendo una cosa muy complicada de explicar que en la serie llaman visitar; que viene a ser proyectarse de repente en el mismo sitio al mismo tiempo que no se está en ese sitio, una conexión muy extraña que les permite hablarse y tocarse viviendo cada uno en un lugar distinto del mundo, compartiendo emociones colectivas y sintiéndose interconectados como una especie de hidra psíquica de ocho cabezas. Es muy difícil de explicar, lo siento. Hay que verla para entender el proceso.


Una serie sobre emociones compartidas
  
Es cierto que tenemos comedia, acción, violencia, sexo, ciencia ficción... Pero sobre todas las cosas Sense8 es una serie que lleva la empatía hasta el extremo y que, de hecho, brilla precisamente en esos momentos de emociones compartidas. Quizás influya el hecho de que lo normal es encariñarse rápidamente con los ocho protagonistas, lo cual es algo muy difícil de conseguir para una serie. Normalmente siempre existe algún personaje que te saca más de quicio o tienes un favorito muy destacado, pero aquí el nivel de interés y de carisma de cada uno está muy equilibrado, de forma que te preocupas por todos ellos casi por igual. Y es que también es lógico, porque funcionan como un todo. ¿Os imagináis sentir al mismo tiempo las emociones de otras siete personas y que esas otras siete personas sientan las tuyas y te puedan ayudar en los momentos más peliagudos como si fueseis parte de una misma entidad cerebral? Pues esto es lo que explora Sense8.

Para este cometido hay momentos que están muy bien construidos desde el punto de vista escenográfico y también musical. La serie está grabada a lo largo del mundo, es decir, los escenarios en cada ciudad y país son totalmente naturales. Cada vez que los personajes se visitan las escenas están perfectamente montadas para dar sensación de fluidez y de continuidad, aunque supongo que para los actores y actrices grabar las mismas conversaciones en distintos países ha tenido que ser un tanto pesado. Sin embargo, funcionan; y no sólo funcionan, sino que son las escenas más destacadas de lejos. La química entre los ocho sensates es emocionante, se hablan, se entienden, comparten sus experiencias y pensamientos... ¡Hasta tienen una especie de orgía psíquica poliamorosa! Y cuando lo acompañan con una música que encaja, salen cosas tan bien hiladas como ésta (ATENCIÓN, porque es una escena de la serie así que puede que no entendáis nada y que os comáis un spoiler gigantesco):



Paralelamente a las vidas individuales de cada personaje, la serie va descubriendo ese misterio mayor que subyace a la extraña naturaleza de los sensates. Tenemos un peligro antagónico encarnado en un tal Whispers y... hasta aquí puedo contar. Sé que algunos medios especializados han dicho de Sense8 que tenía demasiados fallos y era confusa. No digo que sea una serie perfecta (porque no lo es), pero lo de ser confusa supongo que vendrá de alguien que sólo ha visto el primer episodio, porque no veo por ningún lado que la historia sea difícil de entender. Al menos si le das cierto margen, ya que al principio sí puede resultar chocante (pero ya os he dado las suficientes pistas para que sepáis de qué va el rollo). 

La primera temporada actúa casi como una introducción que nos va presentando a los personajes con continuos cambios geográficos, puede que por eso algunos la vean lenta. Yo ni de coña, la he maratoneado y disfrutado como una niña pequeña. Ya han dejado claro que la concepción de la idea da para cinco temporadas, así que desde aquí pido a Netflix su renovación inmediata. Es demasiado maravillosamente diversa para perderse. Lidia con temas de género, cultura, pluralidad racial, identidad sexual, religión... Aunque en mi opinión cae en ciertos estereotipos culturales que pueden ser problemáticos, sus protagonistas son demasiado interesantes para verse reducidos a ellos. Todo para al final concluir que son más las cosas que nos unen que las que nos separan. Un mensaje significativo en una serie muy humana.  


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