Parks and Recreation es una de
las mejores series cómicas que hemos tenido durante los últimos años y sé que
somos muchos los que todavía estamos en duelo por su final. Los Emmy han
decidido que, por ser este su año de despedida, podían colarla en la lista de
nominaciones a mejor comedia como pequeño homenaje, igual que a la siempre
fantástica Amy Poehler en la lista a mejor actriz principal de comedia. Y hasta
ahí. Porque no van a ganar. Los Emmy son así, rancios y conservadores hasta la
saciedad. Quiero denunciar públicamente que una comedia mediocre como Dos
Hombres y Medio tenga más nominaciones que Parks and Recreation y también más
Emmy (sí, Dos Hombres y Medio tiene Emmys, tratemos de olvidar este ultraje al
humor), básicamente porque Parks and Recreation no tiene ni uno. ¡Ni un maldito
Emmy! Al menos los Golden Globes el año pasado subsanaron su error dándole a
Amy su merecido premio. ¿Que por qué lo merece? Os lo voy a contar.
Una visión buenrollista de la política
Leslie Knope trabaja en el
departamento municipal de “parques y recreaciones” (literalmente) en la
ficticia ciudad de Pawnee (Indiana). ¿Qué puede tener esto de divertido? Pues
mucho, principalmente porque la serie es un cúmulo de personajes tan
entrañables como llenos de rarezas y, en este grupo, Leslie Knope es la que
lleva la voz cantante como directora adjunta/subdirectora del departamento.
Aunque teniendo en cuenta que su jefe es Ron Swanson, un liberal
ultracapitalista que detesta el gobierno y el Estado y que hace todo lo posible
por no mover un dedo ahí dentro, podríamos decir que ella es la que ejerce de
directora durante la totalidad del tiempo. Pero no es que le suponga ningún
sacrificio, al contrario. Desde bien pequeñita Leslie sueña con labrarse una
carrera en la política, ya que cree en ella como servicio público a la
ciudadanía, y es trabajadora y bienintencionada hasta el extremo. ¿Acaso no es ingenuamente
adorable?
En realidad Parks and Recreation
no tiene mucho de “serie política”, ya que estamos hablando de una comedia, así
que lo que impera es la visión de buen rollo y cotidianeidad de los miembros
del departamento. Eso sí, todos los proyectos llevados a cabo por Leslie Knope
tienen un tinte político, ya que, a pesar de que los ciudadanos de Pawnee
tienden a ser bastante caricaturescos y poco agradecidos, ella siempre sigue
insistiendo en hacer mejoras en beneficio de la comunidad. Vamos, que no es una
política al uso. De hecho es tan optimista, decidida y buena persona, que lo
más probable es que a los pocos capítulos ya estéis deseando que le salga todo
bien y logre cada uno de sus propósitos. Desde el primer parque que se empeña
en construir a partir de un hoyo de tierra gigantesco, hasta su sueño de toda
una vida: ser la primera presidenta de los Estados Unidos. ¿Que si lo consigue?
Ese ya es otro tema.
Además, Leslie Knope es
feminista, al menos si nos atenemos a un concepto “light” o amable del
feminismo. Quiero decir que no es un feminismo combativo y excesivamente crítico,
que reconozca los mecanismos del patriarcado, sino muy institucionalizado.
Leslie admira a las mujeres que han llegado lejos en la política, a través de los
diferentes gobiernos, y por tanto persigue un ideal basado en el acceso de las
mujeres a esos mismos puestos de poder sin distinciones de género, lo cual es
obviamente empoderante, pero simpatizante con esas mismas estructuras de poder
y, por tanto, carente de una orientación feminista más plural y rupturista. De
todas maneras, es mucho más de lo que podemos decir de la mayoría de las
series, y no podría ser de otra forma estando interpretada por Amy Poehler, una
de las figuras más destacadas de la actual generación de cómicas feministas.
Todo esto tiene lógica ya que
Parks and Recreation es una serie positiva, un happy place por definición, y eso ha permitido múltiples cameos de
personalidades políticas como Michelle Obama, Joe Biden o John McCain. De
hecho, la serie escapa de la dualidad entre demócratas y republicanos, que no
se menciona en ninguna ocasión, e incluso Leslie Knope decora su despacho con fotografías
de referentes de los dos grandes partidos estadounidenses. La única distinción
que se realiza es la que enfrenta la visión utópica que tiene Leslie del
gobierno como un método para mejorar el mundo con los principios
antigubernamentales de Ron, que se define como un “libertario”. Y como ya expliqué en una ocasión, la idea que en Estados Unidos se tiene del
libertarismo no es muy semejante a la idea que se tiene en el resto del mundo. A
pesar de sus teóricas diferencias, Ron y Leslie desarrollan una profunda
amistad a lo largo de la serie, con lo cual, una vez más, se evita el
conflicto.
Porque Parks and Recreation es
amistad, familia, humor y optimismo, no luchas de poder o diatribas sociopolíticas
(para eso ya hay otras series). Con estas armas, Leslie Knope siempre termina
inmiscuyendo a los demás miembros del departamento en sus proyectos, que la
apoyan por afinidad y cariño. Leslie Knope es pura energía, cree en sus
principios, es leal, entusiasta e inteligente y nada la detiene. Por eso hay
que defender Parks and Recreation, porque da buen rollo por encima de las ideologías
y nos alegra la vida.
Más allá de su primera temporada
A Parks and Recreation hay que
tenerla en cuenta como una serie que crece y mejora superando una primera
temporada muy poco inspirada. Durante esos seis primeros capítulos la serie fue
incapaz de escapar de la sombra de The Office (en principio se había vendido
como su spin-off, aunque se desechó la idea, pero el creador y el estilo
documental es el mismo), aunque a su favor está que supo reinventarse, aprender
de los errores y desarrollar una identidad diferenciada. El punto clave es el
episodio 2x01, en el que Leslie casa simbólicamente a una pareja de pingüinos
del zoológico de Pawnee, sin saber que ambos son machos y, por tanto, se trata
de una boda pingüina gay. Esto le crea problemas, ya que se asume como un
declaración pública a favor del matrimonio homosexual, y la enfrenta con la
típica asociación de padres ultrarreligiosos que debe tener Estados Unidos en
cada pueblo. Leslie simplemente no está preparada para este conflicto, aunque
es bastante obvio que por sus principios está a favor de toda medida
socialmente igualitaria, pero el problema es puramente político. De hecho,
termina en un bar de ambiente cantando y bailando el Poker Face de Lady Gaga.
Este capítulo (premiado, por cierto, con un GLAAD Award) es el que informa a la
audiencia de que la serie acaba de despegar definitivamente.
A partir de ese momento, se definen
mucho más las personalidades de los personajes y la dinámica entre ellos va
evolucionando hacia esa especie de grupo adorable y divertido que hace de Parks
and Recreation una serie muy fluida, fresca y entrañable. Así, cada personaje destaca
por sus propias excentricidades y rasgos cómicos. Leslie es una obsesa de la
preparación que es capaz de clasificarlo todo en carpetas multicolores,
preparar grandes regalos y fiestas desmesuradas para todos sus amigos y, a
veces, hacer gala de una cierta ingenuidad que resulta muy divertida. Pero, al
mismo tiempo, la serie no se olvida del lado más humano, como podemos ver en
cada una de sus relaciones. Su amistad BFF con Ann es única, Leslie la quiere
con locura y la colma de constantes elogios como si fuese la criatura más bella
que ha pisado la Tierra. Ron es su otro gran amigo, basando su relación en un
profundo respeto mutuo a pesar de sus diferencias políticas y en una
preocupación sincera el uno por el otro. El papel de mentora que ejerce con
April (a pesar de que a ella le cueste reconocerlo) y la equilibrada pareja que
termina formando con Ben son otros dos highlights, ya que es capaz de querer a
los demás de manera totalmente genuina, pero sin buscar cambiarlos y respetando
sus rarezas. Ésta es otra de las grandes bazas de Parks, por eso logramos
cogerle cariño a todos los personajes.
Para conseguirlo, está claro que
la serie da algunos palos de ciego. En primer lugar, necesitaban librarse del
lastre de Mark Brendanawicz, un personaje insulso e innecesario que yo ni
siquiera recordaba que había estado durante dos temporadas completas. Lo
hicieron y buscaron sitio a otros como Andy, al principio muy desaprovechado.
También dieron más minutos a Jerry y a Donna y empezaron a construir su gran
cartera de personajes secundarios recurrentes: Jean Ralphio y Mona Lisa, Joan
Calamezzo, Tammy (gran Megan Mullaly), Bobby Newport (lujazo de Paul Rudd) o, cómo no, el omnipresente Little Sebastian.
De esta forma, la propia ciudad de Pawnee se convierte en un personaje más, con
sus peculiares habitantes, su historia, sus curiosidades y su idiosincrasia.
Leslie Knope es la que finalmente le da brillo, la que lucha contra sus leyes
absurdas y el escaso reconocimiento del electorado, simplemente porque es su
ciudad y ha soñado desde siempre con mejorarla. Con ilusión, convicción y una
voluntad a prueba de obstáculos.
Yo voy a soñar con que Parks and Recreation reciba el reconocimiento crítico que se le adeuda esta noche, aunque todos sabemos que es prácticamente imposible. Pero Leslie Knope puede conseguirlo todo en la vida. Así que, aunque sólo sea por ella y por todos esos años al frente del departamento de Parks and Recreation en Pawnee (Indiana), hoy muchos nos congregaremos esperando que la serie rompa todos los pronósticos y evite el récord de Modern Family o a que Amy Poehler recoja por fin su merecidísimo Emmy al grito de "Paaaaaaaarks!"
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